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El Humo de Satanás
El padre Gabriele Amorth es un respetado exorcista de Roma.
A continuación, se encuentra una entrevista que el Padre Amorth concedió al periódico italiano 30 Días, en junio de 2001.
A continuación, se encuentra una entrevista que el Padre Amorth concedió al periódico italiano 30 Días, en junio de 2001.
- PADRE AMORTH, POR FIN ESTÁ LISTA LA TRADUCCIÓN ITALIANA DEL NUEVO RITUAL PARA LOS EXORCISTAS.
PADRE AMORTH: Sí, está lista. El año pasado la CEI (Conferencia Episcopal Italiana) se negó a aprobarla porque había errores de traducción del latín al italiano. Y los exorcistas, que tenemos que utilizarla, aprovechamos para señalar, una vez más, que no estamos de acuerdo con muchos puntos del nuevo Ritual. El texto latino sigue siendo el mismo en esta traducción. Un Ritual tan esperado, al final, se ha transformado en una farsa. Un increíble obstáculo que podría impedirnos actuar contra el demonio.
- ES UNA ACUSACIÓN DURA. ¿A QUÉ SE REFIERE?
AMORTH: Le doy sólo dos ejemplos, ambos increíbles. En el punto 15 se habla de los maleficios y de cómo comportarse al enfrentarlos. El maleficio es un mal causado a una persona recurriendo al diablo. Se puede hacer de varias formas, como hechizos, maldiciones, mal de ojo, vudú, macumba. El Ritual romano antiguo explicaba cómo había que afrontar esto. El nuevo Ritual, en cambio, declara, categóricamente, que está totalmente prohibido hacer exorcismos en estos casos. Absurdo. Los maleficios son, por mucho, la causa más frecuente de posesiones y de males causados por el demonio, por lo menos el 90 por ciento de los casos.
Esto es como decirles a los exorcistas que dejen de llevar a cabo exorcismos. El punto 16 declara, solemnemente, que no se deben de hacer exorcismos si no se tiene la certeza de la presencia del diablo. Esto es una obra maestra de incompetencia: la certeza de que el diablo está presente en una persona, se tiene sólo haciendo el exorcismo. Más aún, los redactores del Ritual no se dieron cuenta de que, en ambos puntos, contradicen el Catecismo de la Iglesia Católica, que indica que hay que hacer exorcismos, tanto en el caso de posesiones diabólicas, como en los casos de males causados por el demonio. Y dice, además, que hay que hacerlo tanto, sobre las personas, como sobre las cosas. Y en las cosas nunca está presente el demonio, sólo su influencia. Las declaraciones contenidas en el nuevo Ritual son gravísimas y muy perjudiciales, fruto de la ignorancia e inexperiencia.
- ¿PERO NO LO HABÍAN PREPARADO EXPERTOS?
AMORTH: ¡En absoluto! En estos diez años, dos comisiones han trabajado en el Ritual: una compuesta por cardenales, que se ocupó de la Prenotanda, es decir, las disposiciones iniciales, y otra que se ocupó de las oraciones. Yo puedo afirmar, con certeza, que ninguno de los miembros de las dos comisiones ha hecho nunca un exorcismo, ni ha estado presente en exorcismos, ni tiene la menor idea de qué es un exorcismo. Este es el error, el pecado original, de este Ritual. Ninguno de los que colaboraron en él es un experto en exorcismos.
- ¿CÓMO ES POSIBLE?
AMORTH: No me lo pregunte a mí. Durante el Concilio Ecuménico Vaticano II, en todas las comisiones había un grupo de expertos que ayudaban a los obispos. Esta costumbre se ha mantenido después del Concilio, cada vez que se han modificado partes del Ritual. Pero no fue así en este caso. Y si había un tema en el que eran necesarios los expertos, era éste.
- ¿Y QUÉ ES LO QUE HA PASADO?
AMORTH: Pues que los exorcistas nunca fuimos consultados. Y, además, las comisiones han recibido con desdén las sugerencias que hemos dado. Todo este asunto es perverso. ¿Quiere que le cuente lo que pasó?
- POR SUPUESTO.
AMORTH: Como había pedido el Concilio Vaticano II, las diferentes partes del Ritual romano fueron, paulatinamente, revisadas y modificadas. Los exorcistas esperábamos que se tocara el título XII, es decir, el Ritual del Exorcismo. Pero, aparentemente, éste no se consideraba un tema relevante, dado que transcurrieron los años y no pasaba nada. Luego, de repente, el 4 de junio de 1990, se publicó el Ritual provisional, de prueba. Esto fue una verdadera sorpresa para nosotros, ya que no habíamos sido consultados antes. Y, sin embargo, habíamos preparado toda una serie de solicitudes, en vista de la revisión del Ritual. Entre otras cosas, pedíamos que las oraciones se modificaran, introduciendo invocaciones a la Virgen, las cuales no existían, y que se aumentaran el número de oraciones específicamente dirigidas al exorcismo en sí. Pero no se dio la oportunidad de hacer ningún tipo de contribución. Sin embargo, no nos dimos por vencidos: después de todo, era por nosotros, que el texto se había redactado. Y ya que en la carta de presentación del entonces Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, el Cardenal Eduardo Martínez Somalo, les pedía a las conferencias episcopales que le hicieran llegar, durante los dos años siguientes: "consejos y sugerencias de los sacerdotes que lo habrían de utilizar", nos pusimos a trabajar. Reuní a dieciocho exorcistas, elegidos de entre los más expertos del planeta. Examinamos, con gran atención, el texto. Lo utilizamos.
Inmediatamente, elogiamos la primera parte, en la que se resumían los fundamentos evangélicos del exorcismo. Esta parte es el aspecto bíblico-teológico del tema, sobre el que no era aparente, incompetencia alguna. Es una nueva sección, que no se encontraba en el Ritual de 1614, compuesto bajo el pontificado de Pablo V: además, en aquella época, no
era necesario recordar estos principios, ya que todo el mundo los conocía y aceptaba. Hoy, en cambio, es indispensable.
era necesario recordar estos principios, ya que todo el mundo los conocía y aceptaba. Hoy, en cambio, es indispensable.
Pero cuando pasamos a examinar la parte práctica, que exige un conocimiento especifico del tema, advertimos la total inexperiencia de los redactores. Hicimos numerosas observaciones, artículo por artículo, y se las hicimos llegar a todas las partes interesadas: Congregación para el Culto Divino, Congregación para la Doctrina de la Fe, y las conferencias episcopales. Una copia fue entregada directamente al Papa.
- ¿CÓMO FUERON RECIBIDAS SUS OBSERVACIONES?
AMORTH: Muy mal, y no consiguieron nada. Nos habíamos inspirado en la constitución dogmática Lumen gentium, en la que la Iglesia es descrita como el "Pueblo de Dios". En el número 28, se habla de la colaboración de los sacerdotes con los obispos, y en el número 37, se dice, con claridad, incluso refiriéndose a los laicos, que "debido al conocimiento, competencia y preeminencia que poseen, tienen la facultad, más aún, a veces el deber, de exponer su opinión acerca de los asuntos concernientes al bien de la Iglesia". Esto es exactamente lo que hicimos. Pero fuimos demasiado ingenuos, al pensar que las disposiciones del Vaticano II habían llegado a las Congregaciones Romanas. En cambio, chocamos con un muro de rechazo y de escarnio. El Secretario de la Congregación para el Culto Divino presentó un informe, a la Comisión de Cardenales, en la que decía que aquellos que lo habían contactado, eran obispos, y no los sacerdotes y exorcistas. Y respecto a nuestro humilde intento de ofrecer ayuda como expertos, añadía, textualmente: "También se debe de notar el hecho de que un grupo de exorcistas y demonólogos, los cuales, posteriormente, crearon una Asociación internacional, estaban orquestando una campaña contra el rito". Una acusación indecente: ¡nosotros nunca hemos orquestado una campaña! El Ritual iba dirigido a nosotros, y, sin embargo, las comisiones no habían convocado a ninguna persona competente. Por esto, era más que lógico que tratáramos de dar nuestra opinión.
- ENTONCES, ¿QUIERE ESO DECIR QUE EL NUEVO RITUAL ES INUTILIZABLE EN SU LUCHA CONTRA EL DEMONIO?
AMORTH: Sí. Querían darnos un arma sin filo. Se han eliminado las oraciones eficaces, oraciones que tenían doce siglos de existencia fueron substituidas por nuevas oraciones ineficaces. Pero, por suerte, en el último momento, nos dieron un salvavidas.
- ¿CUÁL?
AMORTH: El nuevo Prefecto de la Congregación para el Culto Divino, el Cardenal Jorge Medina, añadió una Notificación, al Ritual, en la que se especifica que los exorcistas no están obligados a usar este Ritual, y que, si así lo desean, pueden pedir la autorización de sus obispos, para seguir usando el antiguo Ritual. Los obispos, a su vea, deben pedir autorización a la Congregación, la cual, como escribe el Cardenal, "la concede gustosamente".
- ¿LA CONCEDE GUSTOSAMENTE?. ESA ES UNA CONCESIÓN MUY RARA.
AMORTH: ¿Quiere saber de donde proviene?. De un intento del Cardenal Joseph Ratzinger, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, y del propio Cardenal Medina, para introducir, en el Ritual, un artículo -entonces era el artículo 38- por el que se autorizaba a los exorcistas a usar el Ritual anterior. Indudablemente, era una maniobra extrema para defendernos de los grandes errores contenidos en el Ritual definitivo.
Pero el intento de los dos cardenales no tuvieron éxito. El Cardenal Medina, que había comprendido lo que estaba en riesgo, decidió darnos esta tabla de salvación, añadiendo una Notificación por separado.
Pero el intento de los dos cardenales no tuvieron éxito. El Cardenal Medina, que había comprendido lo que estaba en riesgo, decidió darnos esta tabla de salvación, añadiendo una Notificación por separado.
- ¿CÓMO SON VISTOS USTEDES, LOS EXORCISTAS, DENTRO DE LA IGLESIA?
AMORTH: Somos muy mal tratados. Nuestros hermanos sacerdotes, a cargo de esta delicadísima tarea, son vistos como locos, como fanáticos. Por lo general, ni siquiera son tolerados por los mismos obispos que los nombraron.
- ¿CUÁL HA SIDO EL HECHO MÁS LLAMATIVO DE ESTA HOSTILIDAD?
AMORTH: Celebramos un convenio internacional de exorcistas, cerca de Roma, y pedimos que el Papa nos recibiera. Para no presionarlo, y evitar añadir otra audiencia a las muchas que ya tiene, simplemente, pedimos que se nos recibiera en audiencia pública, la del miércoles en la Plaza de San Pedro. Ni siquiera pedimos que nos nombrara en sus saludos personales. Hicimos la petición, en la manera en que lo ordenan los cánones, como recordará, perfectamente, Monseñor Paolo De Nicolo, de la Prefectura de la Casa Pontificia, quien recibió de buena gana nuestra petición. Sin embargo, el día antes de la audiencia, el propio Monseñor Nicolo nos dijo -con pena, esa es la verdad, por lo que estaba claro que la decisión no la había tomado él- que no asistiéramos a la audiencia, y que no habíamos sido admitidos. ¡Increíble: 150 exorcistas procedentes de los cinco continentes, sacerdotes nombrados por sus obispos de conformidad con las normas del derecho canónico, que exigen sacerdotes de oración, de ciencia y de buena reputación -es decir, de alguna forma, la flor y nata del clero, sacerdotes que piden participar en una audiencia pública del Papa y se les echa a patadas!. Monseñor Nicolo me dijo: "Le prometo que, inmediatamente, le enviaré una carta explicando la situación". Han pasado cinco años y, todavía, estoy esperando esa carta. Desde luego, no fue Juan Pablo II quien nos excluyó. Pero el hecho de que a 150 sacerdotes se les prohíba participar en una audiencia pública del Papa en la Plaza de San Pedro, explica la clase de obstáculos a los que se enfrentan los exorcistas, aún dentro de su propia Iglesia, y hasta que punto, son mal vistos por un gran número de autoridades eclesiásticas.
- USTED COMBATE, DIARIAMENTE, CON EL DEMONIO. ¿CUÁL ES EL MAYOR ÉXITO DE SATANÁS?
AMORTH: Que consigue hacer creer que no existe. Y casi lo ha conseguido. Incluso dentro de la Iglesia. Tenemos un clero y un episcopado que han dejado de creer en el demonio, en los exorcismos, en los males extraordinarios que puede causar el diablo, y ni siquiera en el poder, que nos ha dado Jesús, de expulsar a los demonios. Desde hace tres siglos, la Iglesia Latina -al contrario de la Ortodoxa y de varias denominaciones Protestantes- ha abandonado casi, completamente, el ministerio del exorcismo. Al no practicar los exorcismos, al no estudiarlos y no haberlos visto nunca, el clero ya no cree en ellos.
Pero, ni siquiera, cree en el diablo. Tenemos episcopados enteros que se muestran hostiles a los exorcismos. Hay países en los que no existe ni siquiera un solo exorcista, como Alemania, Suiza, España y Portugal. Una carencia aterradora.
Pero, ni siquiera, cree en el diablo. Tenemos episcopados enteros que se muestran hostiles a los exorcismos. Hay países en los que no existe ni siquiera un solo exorcista, como Alemania, Suiza, España y Portugal. Una carencia aterradora.
- NO MENCIONÓ A FRANCIA. ¿ALLÍ LA SITUACIÓN ES DIFERENTE?
AMORTH: Hay un libro escrito por el más conocido exorcista francés, Isidoro Froc, titulado Los Exorcistas, quiénes son y qué hacen. Este libro, traducido, al italiano, a petición de la Conferencia Episcopal francesa. En ninguna parte del libro se dice que los exorcistas, en algunos casos, hacen exorcismos. El autor ha declarado, repetidamente,
a la televisión francesa que nunca ha hecho exorcismos y que nunca los hará. De un centenar de exorcistas franceses, sólo cinco creen en el demonio y hacen exorcismos. El resto mandan al psiquiatra a la gente que se dirige a ellos. Y los obispos son las primeras víctimas de esta situación de la Iglesia Católica, en la que la creencia en la existencia del demonio está en proceso de desaparecer.
a la televisión francesa que nunca ha hecho exorcismos y que nunca los hará. De un centenar de exorcistas franceses, sólo cinco creen en el demonio y hacen exorcismos. El resto mandan al psiquiatra a la gente que se dirige a ellos. Y los obispos son las primeras víctimas de esta situación de la Iglesia Católica, en la que la creencia en la existencia del demonio está en proceso de desaparecer.
Antes de que saliera este nuevo Ritual, el Episcopado alemán escribió una carta, al Cardenal Ratzinger, en la que afirmaba que no era necesario hacer un nuevo Ritual, porque los exorcismos ya no deben de ser practicados.
- ¿SON LOS OBISPOS QUIENES TIENEN QUE NOMBRAR A LOS EXORCISTAS?
AMORTH: Sí. Cuando un sacerdote es nombrado obispo, se encuentra con un artículo del Código de Derecho Canónico, que le autoriza, completamente, a nombrar exorcistas. Lo mínimo que se le puede pedir a un obispo es que haya asistido, por lo menos, a un exorcismo, dado que debe tomar una decisión tan importante. Por desgracia, esto no ocurre casi nunca. Pero si a un obispo recibe una petición seria de exorcismo -es decir, no hecha por alguien enajenado- y no actúa en consecuencia, comete pecado mortal. Será responsable de todos los terribles sufrimientos de esa persona, que a veces duran años o toda una vida, cuando podría haberlos evitado.
- ¿ESTÁ DICIENDO QUE LA MAYOR PARTE DE LOS OBISPOS DE LA IGLESIA CATÓLICA ESTÁN EN PECADO MORTAL?
AMORTH: Cuando era niño, mi viejo párroco me enseñaba que hay ocho sacramentos: el octavo es la ignorancia. El octavo sacramento salva a más gente que los otro siete juntos. Para cometer pecado mortal, debe haber una causa seria, pero también, es necesario el pleno conocimiento y el consentimiento deliberado. Esta omisión de ayuda por parte de muchos obispos es una causa seria. Pero estos obispos son ignorantes: no hay, pues, pleno conocimiento, ni consentimiento deliberado.
- ¿PERO SI UNO NO CREE EN LA EXISTENCIA DE SATANÁS, LA FE SIGUE
INTACTA, ES DECIR, SIGUE SIENDO FE CATÓLICA?
INTACTA, ES DECIR, SIGUE SIENDO FE CATÓLICA?
AMORTH: No. Le voy a contar una historia. Cuando conocí al Padre Pellegrino Ernetti, un célebre exorcista, que ejerció durante cuarenta años en Venecia, le dije: "Si pudiera hablar con el Papa, le diría que encuentro demasiados obispos que no creen en el demonio". La tarde siguiente, el Padre Ernetti vino a decirme que aquella mañana le había recibido Juan Pablo II. "Su Santidad", le había dicho, "hay, aquí en Roma, un exorcista, el Padre Amorth, que si pudiera hablar con usted le diría que encuentra demasiados obispos que no creen en el demonio". El Papa le respondió brevemente: "Aquel que no cree en el demonio, no cree en el Evangelio". Esta es la respuesta que dio él y que yo repito.
- EXPLÍQUEME, POR FAVOR. ¿ESTO SIGNIFICA QUE HAY MUCHOS OBISPOS Y SACERDOTES QUE YA NO SON CATÓLICOS?
AMORTH: Digamos que no creen en una verdad evangélica. Así que, probablemente, los acusaría de estar propagando una herejía. Pero seamos claros: alguien es formalmente hereje, si se le acusa de cometer un error, y persiste en él. Pero, debido a la situación que existe en la Iglesia, hoy en día, nadie, jamás, acusaría a ningún obispo de no creer en el diablo, ni en las posesiones demoníacas, ni de no nombrar exorcistas porque no cree en estas cosas. Podría mencionar un gran número de obispos y cardenales, que en cuanto fueron nombrados para una diócesis, lo primero que hicieron fue quitarles a todos los exorcistas la facultad de ejercer. O bien, obispos que afirman, abiertamente: "Yo no creo en eso. Son cosas del pasado". ¿Por qué pasa esto?. Porque, por desgracia, ha habido una perniciosa influencia de ciertos estudiosos de la Biblia, y podría darle los nombres de mucha gente muy conocida. Nosotros que, diariamente, estamos en contacto con el mundo del más allá, sabemos que esta influencia ha afectado muchas reformas litúrgicas.
- ¿POR EJEMPLO?
AMORTH: El Concilio Vaticano II habla pedido que se revisaran algunos textos. Esta orden fue desobedecida, ya que había un deseo de rehacerlos completamente, sin pensar que se podían empeorar las cosas, en vez de mejorarlas. Muchos ritos se han empeorado por esa manía de querer deshacerse de todo lo pasado, para rehacerlo de nuevo, como si la
Iglesia, hasta el día de hoy, lo único que hubiera hecho es engañarnos y mentirnos, y como si sólo hasta ahora, tuviera grandes genios, super teólogos, super estudiosos de la Biblia, super liturgos, que saben darle a la Iglesia lo que es bueno. Esto es una mentira: el último Concilio, simplemente, pidió que se revisaran los textos, no que se destruyeran.
Iglesia, hasta el día de hoy, lo único que hubiera hecho es engañarnos y mentirnos, y como si sólo hasta ahora, tuviera grandes genios, super teólogos, super estudiosos de la Biblia, super liturgos, que saben darle a la Iglesia lo que es bueno. Esto es una mentira: el último Concilio, simplemente, pidió que se revisaran los textos, no que se destruyeran.
El Ritual Exorcista, por ejemplo, debía de ser revisado, no escrito nuevamente. En él, había oraciones que se han usado durante doce siglos. Antes de eliminar oraciones tan antiguas, que han resultado muy eficaces, había que pensarlo con cuidado. ¡Pero no!. Todos los exorcistas hemos utilizado las oraciones del Ritual de prueba, y nos hemos dado cuenta de que son absolutamente ineficaces. Pero también el rito del bautismo de los niños ha sido arruinado. Fue renovado, de tal forma, que el exorcismo contra Satanás, ha sido casi eliminado. El bautismo siempre tuvo enorme importancia para la Iglesia, hasta el punto que se le llamaba exorcismo menor. Paulo VI protestó, públicamente, contra ese nuevo rito.
Encontramos esta misma degeneración del rito, en el nuevo bendicionario. He leído, minuciosamente, las 1200 páginas del mismo. ¡Pues bien, se han eliminado, sistemáticamente, todas y cada una de las referencias al hecho que el Señor nos protege contra Satanás, y que los ángeles nos protegen de los ataques del demonio. Todas las oraciones para la bendición de las casas y las escuelas han sido eliminadas. Todo debe ser bendecido y protegido, pero, hoy, ya no hay ninguna protección contra el demonio. Ya no existe ninguna defensa, ni oraciones contra él. El propio Jesús nos enseñó una oración de liberación en el Padre Nuestro: "Líbranos del Maligno. Líbranos de la persona de Satanás". Esta oración fue traducida mal, y hoy la gente ora, diciendo: "Líbranos del Mal". Se habla de un mal general, cuyo origen, en el fondo, no se conoce. Sin embargo, el mal contra el que nuestro Señor Jesucristo nos enseño a luchar, es una persona concreta: Satanás.
- DESDE SU POSICIÓN PRIVILEGIADA PARA OBSERVAR LAS COSAS: ¿TIENE LA IMPRESIÓN DE QUE EL SATANISMO SE ESTÁ DIFUNDIENDO?
AMORTH: Sí, enormemente. Cuando disminuye la fe, aumenta la superstición. En el lenguaje bíblico, puedo decir que la gente está abandonando a Dios, y entregándose al ocultismo. La terrible desaparición de la fe en toda la Europa Católica, hace que la gente se ponga en manos de hechiceros y adivinos, y así, las sectas satánicas prosperan. Se hace fuerte propaganda del culto al demonio, a las masas, mediante el rock satánico, y personajes como Marilyn Manson. Los niños también están siendo atacados: hay revistas e historietas que enseñan la hechicería y el satanismo.
Las sesiones de espiritismo, en las que se evocan a los muertos para conseguir respuestas, están muy difundidas. Ahora se enseña a efectuar sesiones de espiritismo a través de computadoras, teléfonos, televisores, y video grabadoras, pero sobre todo, con la escritura automática. Ya ni siquiera se necesita un medium: es un espiritismo que cada quien puede hacer por sí mismo. De acuerdo con las encuestas, el 37 por ciento de los estudiantes han hecho, por lo menos una vez, el juego de las letras y el vaso, una verdadera sesión de espiritismo. En una escuela a la que me invitaron a hablar, los chicos me dijeron que jugaban este juego durante la clase de religión, ante los ojos complacidos del maestro.
- ¿Y ESTO FUNCIONA?
AMORTH: No existe diferencia entre magia blanca y magia negra. Cuando la magia funciona, siempre es obra del demonio. Todas las formas de ocultismo, como esta huida hacia las religiones de Oriente, con sus sugestiones esotéricas, son puertas abiertas para el demonio. Y el diablo entra. Inmediatamente.
En el caso de la monja que fue asesinada, en Chiavenna, y el caso de Erika y Omar, los dos adolescentes de Novi Ligure, que mataron a la mamá y al hermano pequeño de Erika, no dudé, en afirmar, que la intervención diabólica formó parte de esto, porque esos chicos practicaban el satanismo. La policía descubrió, que en ambos casos, los chicos seguían a Satanás, y tenían libros satánicos.
- ¿QUÉ HACE EL DEMONIO PARA SEDUCIR AL HOMBRE?
AMORTH: Su estrategia es siempre la misma. Ya se lo he dicho, y él lo reconoce. Hace creer que el infierno no existe, que el pecado no existe, y que él es solamente una experiencia más que hay que vivir. Concupiscencia, éxito y poder, son las tres grandes pasiones en las que Satanás se fía.
- ¿CUÁNTOS CASOS DE POSESIÓN DEMONÍACA HA ENCONTRADO?
AMORTH: No más de cien. Ya dejé de contarlos.
- ¿CIEN? ES UN NÚMERO MUY ALTO. EN SU LIBRO, USTED DICE QUE LOS CASOS DE POSESIÓN SON RAROS.
AMORTH: Y lo son, realmente. Muchos exorcistas han encontrado sólo casos de males diabólicos. Pero yo heredé la "clientela" de un conocido exorcista, el Padre Cándido, y, por consiguiente, los casos que aún no había resuelto. Además, los otros exorcistas me mandan a mí los casos más resistentes.
- ¿CUÁL HA SIDO EL CASO MÁS DIFÍCIL QUE HA TENIDO QUE AFRONTAR?
AMORTH: Es el que estoy tratando ahora, desde hace dos años. Es la misma chica que fue bendecida -no fue un exorcismo verdadero- por el Papa, en octubre, en el Vaticano, y que tanto dio que hablar en los periódicos. Ella es golpeada las veinticuatro horas del día, y es víctima de tormentos inimaginables. Ni los médicos, ni los psiquiatras, consiguen entender lo qué pasa. Ella está completamente lúcida, y es muy inteligente. Es un caso realmente triste.
- ¿CÓMO ES QUE UNO SE CONVIERTE EN VÍCTIMA DEL DEMONIO?
AMORTH: Uno puede ser objeto de los ataques del demonio, en cuatro casos. Bien porque esto es una bendición para la persona (como en el caso de muchos santos), bien por la persistencia irreversible, en el pecado, bien por una maldición que alguien hace invocando el nombre del demonio, o bien, cuando uno se dedica a practicar el ocultismo.
- DURANTE EL EXORCISMO DE LOS POSEÍDOS, ¿QUÉ TIPO DE FENÓMENOS OCURREN?
AMORTH: Recuerdo un campesino analfabeto que, durante el exorcismo, me hablaba sólo en inglés, por lo que yo necesitaba un intérprete. Hay quien demuestra una fuerza sobrehumana, quien se eleva, totalmente, del suelo, siendo imposible, aún para varias personas, mantenerlo sentado en la silla. Pero hablamos de presencia demoníaca, sólo por el contexto en que se desarrollan estos fenómenos.
- ¿ALGUNA VEZ LO HA LASTIMADO EL DEMONIO?
AMORTH: Cuando el Cardenal Poletti me pidió que me dedicara al exorcismo, me encomendé a la Virgen: "Envuélveme en Tu Manto, y yo estaré seguro". El demonio me ha amenazado, muchas veces, pero nunca me ha hecho daño.
- ¿NUNCA SIENTE MIEDO DEL DEMONIO?
AMORTH: ¿Yo miedo de ese animal? Es él quien tiene que tener miedo de mí: yo actúo en nombre del Señor del mundo, mientras que él, es sólo el simio de Dios.
- PADRE AMORTH, EL SATANISMO SE DIFUNDE CADA VEZ MÁS. EN REALIDAD, EL NUEVO RITUAL HACE DIFÍCIL LA PRÁCTICA DE LOS EXORCISMOS. A LOS EXORCISTAS SE LES IMPIDE QUE PARTICIPEN EN UNA AUDIENCIA CON EL PAPA EN LA PLAZA DE SAN PEDRO. DÍGAME, SINCERAMENTE: ¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDO?
AMORTH: El humo de Satanás ha entrado a todas partes. ¡A todas partes! Quizá fuimos excluidos de la audiencia del Papa, porque tenían miedo de que tantos exorcistas consiguieran expulsar a las legiones de demonios que se han instalado en el Vaticano.
- ESTÁ BROMEANDO, ¿VERDAD?
AMORTH: Le podrá parecer una broma, pero yo creo que es verdad. No tengo ninguna duda de que el demonio tienta, sobre todo, a las autoridades de la Iglesia, así como a cualquier otra autoridad, en la política y la industria.
- ¿ESTÁ DICIENDO, ENTONCES, QUE EN ÉSTA, COMO EN TODAS LAS GUERRAS, SATANÁS QUIERE CONQUISTAR LOS ALTOS MANDOS, PARA TOMAR PRISIONEROS A LOS GENERALES DEL ADVERSARIO?
AMORTH: Es una estrategia victoriosa. Siempre se intenta ponerla en práctica. Sobre todo cuando las defensas del adversario son débiles. Satanás también lo intenta. Pero, gracias al Cielo, es el Espíritu Santo Quien dirige a la Iglesia: "Las puertas del infierno no prevalecerán". A pesar de las defecciones, y a pesar de las traiciones, que no deben causar asombro. El primer traidor fue uno de los apóstoles más cercanos a Jesús: Judas Iscariote.
Pero, a pesar de esto, la Iglesia sigue su camino. El Espíritu Santo la mantiene, y por lo tanto, los ataques de Satanás sólo pueden ser parcialmente exitosos. Naturalmente, el demonio puede ganar batallas, incluso batallas importantes. Pero nunca ganará la guerra.
Conversión del Famoso Escritor Inglés Gilbert K. Chesterton
Éste es el escrito en el que el extraordinario escritor inglés explica su conversión al catolicismo:
«Aunque sólo hace algunos años que soy católico, sé sin embargo que el problema `por qué soy católico´ es muy distinto del problema `por qué me convertí al catolicismo´. Tantas cosas han motivado mi conversión y tantas otras siguen surgiendo después… Todas ellas se ponen en evidencia solamente cuando la primera nos da el empujón que conduce a la conversión misma. Todas son también tan numerosas y tan distintas las unas de las otras, que, al cabo, el motivo originario y primordial puede llegar a parecernos casi insignificante y secundario.
»La «confirmación» de la fe, vale decir, su fortalecimiento y afirmación, puede venir, tanto en el sentido real como en el sentido ritual, después de la conversión. El convertido no suele recordar más tarde de qué modo aquellas razones se sucedían las unas a las otras. Pues pronto, muy pronto, este sinnúmero de motivos llega a fundirse para él en una sola y única razón. Existe entre los hombres una curiosa especie de agnósticos, ávidos escudriñadores del arte, que averiguan con sumo cuidado todo lo que en una catedral es antiguo y todo lo que en ella es nuevo. Los católicos, por el contrario, otorgan más importancia al hecho de si la catedral ha sido reconstruida para volver a servir como lo que es, es decir, como catedral.
»¡Una catedral! A ella se parece todo el edificio de mi fe; de esta fe mía que es demasiado grande para una descripción detallada; y de la que, sólo con gran esfuerzo, puedo determinar las edades de sus distintas piedras.
»A pesar de todo, estoy seguro de que lo primero que me atrajo hacia el catolicismo, era algo que, en el fondo, debería más bien haberme apartado de él. Estoy convencido también de que varios católicos deben sus primeros pasos hacia Roma a la amabilidad del difunto señor Kensit.
»El señor Kensit, un pequeño librero de la City, conocido como protestante fanático, organizó en 1898 una banda que, sistemáticamente, asaltaba las iglesias ritualistas y perturbaba seriamente los oficios. El señor Kensit murió en 1902 a causa de heridas recibidas durante uno de esos asaltos. Pronto la opinión pública se volvió contra él, clasificando como «Kensitite Press» a los peores panfletos antirreligiosos publicados en Inglaterra contra Roma, panfletos carentes de todo juicio sano y de toda buena voluntad.
»Recuerdo especialmente ahora estos dos casos: unos autores serios lanzaban graves acusaciones contra el catolicismo, y, cosa curiosa, lo que ellos condenaban me pareció algo precioso y deseable.
»En el primer caso —creo que se trataba de Horton y Hocking— se mencionaba con estremecido pavor, una terrible blasfemia sobre la Santísima Virgen de un místico católico que escribía: «Todas las criaturas deben todo a Dios; pero a Ella, hasta Dios mismo le debe algún agradecimiento». Esto me sobresaltó como un son de trompeta y me dije casi en alta voz: «¡Qué maravillosamente dicho!» Me parecía como si el inimaginable hecho de la Encarnación pudiera con dificultad hallar expresión mejor y más clara que la sugerida por aquel místico, siempre que se la sepa entender.
»En el segundo caso, alguien del diario Daily News (entonces yo mismo era todavía alguien del «Daily News»), como ejemplo típico del `formulismo muerto´ de los oficios católicos, citó lo siguiente: un obispo francés se había dirigido a unos soldados y obreros cuyo cansancio físico les volvía dura la asistencia a Misa, diciéndoles que Dios se contentaría con su sola presencia, y que les perdonaría sin duda su cansancio y su distracción. Entonces yo me dije otra vez a mi mismo: `¡Qué sensata es esa gente! Si alguien corriera diez leguas para hacerme un gusto a mi, yo le agradecería muchísimo, también, que se durmiera enseguida en mi presencia´.
Publicaciones anticatólicas
»Junto con estos dos ejemplos, podría citar aún muchos otros procedentes de aquella primera época en que los inciertos amagos de mi fe católica se nutrieron casi con exclusividad de publicaciones anticatólicas. Tengo un claro recuerdo de lo que siguió a estos primeros amagos. Es algo de lo cual me doy tanta más cuenta cuanto más desearía que no hubiese sucedido.
»Empecé a marchar hacia el catolicismo mucho antes de conocer a aquellas dos personas excelentísimas a quienes, a este respecto, debo y agradezco tanto: al reverendo Padre John O Connor de Bradford y al señor Hilaire Belloc; pero lo hice bajo la influencia de mi acostumbrado liberalismo político; lo hice hasta en la madriguera del «Daily News».
»Este primer empuje, después de debérselo a Dios, se lo debo a la historia y a la actitud del pueblo irlandés, a pesar de que no hay en mí ni una sola gota de sangre irlandesa. Estuve solamente dos veces en Irlanda y no tengo ni intereses allí ni sé gran cosa del país. Pero ello no me impidió reconocer que la unión existente entre los diferentes partidos de Irlanda se debe en el fondo a una realidad religiosa; y que es por esta realidad que todo mi interés se concentraba en ese aspecto de la política liberal. Fui descubriendo cada vez con mayor nitidez, enterándome por la historia y por mis propias experiencias, cómo, durante largo tiempo se persiguió por motivos inexplicables a un pueblo cristiano, y todavía sigue odiándosele. Reconocí luego que no podía ser de otra manera, porque esos cristianos eran profundos e incómodos como aquellos que Nerón hizo echar a los leones.
»Creo que estas mis revelaciones personales evidencian con claridad la razón de mi catolicismo, razón que luego fue fortificándose. Podría añadir ahora cómo seguí reconociendo después, que a todos los grandes imperios, una vez que se apartaban de Roma, les sucedía precisamente lo mismo que a todos aquellos seres que desprecian las leyes o la naturaleza: tenían un leve éxito momentáneo, pero pronto experimentaban la sensación de estar enlazados por un nudo corredizo, en una situación de la que ellos mismos no podían librarse. En Prusia hay tan poca perspectiva para el prusianismo, como en Manchester para el individualismo manchesteriano.
»Todo el mundo sabe que a un viejo pueblo agrario, arraigado en la fe y en las tradiciones de sus antepasados, le espera un futuro más grande o por lo menos más sencillo y más directo que a los pueblos que no tienen por base la tradición y la fe. Si este concepto se aplicase a una autobiografía, resultaría mucho más fácil escribirla que si se escudriñasen sus distintas evoluciones; pero el sistema sería egoísta. Yo prefiero elegir otro método para explicar breve pero completamente el contenido esencial de mi convicción: no es por falta de material que actúo así, sino por la dificultad de elegir lo más apropiado entre todo ese material numeroso. Sin embargo trataré de insinuar uno o dos puntos que me causaron una especial impresión.
»Hay en el mundo miles de modos de misticismo capaces de enloquecer al hombre. Pero hay una sola manera entre todas de poner al hombre en un estado normal. Es cierto que la humanidad jamás pudo vivir un largo tiempo sin misticismo. Hasta los primeros sones agudos de la voz helada de Voltaire encontraron eco en Cagliostro. Ahora la superstición y la credulidad han vuelto a expandirse con tan vertiginosa rapidez, que dentro de poco el católico y el agnóstico se encontrarán lado a lado. Los católicos serán los únicos que, con razón, podrán llamarse racionalistas. El mismo culto idolátrico por el misterio empezó con la decadencia de la Roma pagana a pesar de los «intermezzos» de un Lucrecio o de un Lucano.
»No es natural ser materialista ni tampoco el serlo da una impresión de naturalidad. Tampoco es natural contentarse únicamente con la naturaleza. El hombre, por lo contrario, es místico. Nacido como místico, muere también como místico, sobre todo si en vida ha sido un agnóstico. Mientras que todas las sociedades humanas consideran la inclinación al misticismo como algo extraordinario, tengo yo que objetar, sin embargo, que una sola sociedad entre ellas, el catolicismo, tiene en cuenta las cosas cotidianas. Todas las otras las dejan de lado y las menosprecian.
»Un célebre autor publicó una vez una novela sobre la contraposición que existe entre el convento y la familia (The Cloister and the hearth). En aquel tiempo, hace 50 años, era realmente posible en Inglaterra imaginar una contradicción entre esas dos cosas. Hoy en día, la así llamada contradicción, llega a ser casi un estrecho parentesco. Aquellos que en otro tiempo exigían a gritos la anulación de los conventos, destruyen hoy sin disimulo la familia. Este es uno de los tantos hechos que testimonian la verdad siguiente: que en la religión católica, los votos y las profesiones más altas y «menos razonables» —por decirlo así— son, sin embargo, los que protegen las cosas mejores de la vida diaria.
»Muchas señales místicas han sacudido el mundo. Pero una sola revolución mística lo ha conservado: el santo está al lado de lo superior, es el mejor amigo de lo bueno. Toda otra aparente revelación se desvía al fin hacia una u otra filosofía indigna de la humanidad; a simplificaciones destructoras; al pesimismo, al optimismo, al fatalismo, a la nada y otra vez a la nada; al «nonsense», a la insensatez.
»Es cierto que todas las religiones contienen algo bueno. Pero lo bueno, la quinta esencia de lo bueno, la humildad, el amor y el fervoroso agradecimiento «realmente existente» hacia Dios, no se hallan en ellas. Por más que las penetremos, por más respeto que les demostremos, con mayor claridad aún reconoceremos también esto: en lo más hondo de ellas hay algo distinto de lo puramente bueno; hay a veces dudas metafísicas sobre la materia, a veces habla en ellas la voz fuerte de la naturaleza; otras, y esto en el mejor de los casos, existe un miedo a la Ley y al Señor.
»Si se exagera todo esto, nace en las religiones una deformación que llega hasta el diabolismo. Sólo pueden soportarse mientras se mantengan razonables y medidas. Mientras se estén tranquilas, pueden llegar a ser estimadas, como sucedió con el protestantismo victoriano. Por el contrario, la más alta exaltación por la Santísima Virgen o la más extraña imitación de San Francisco de Asís, seguirían siendo, en su quintaesencia, una cosa sana y sólida. Nadie negará por ello su humanismo, ni despreciará a su prójimo. Lo que es bueno, jamás podrá llegar a ser DEMASIADO bueno. Esta es una de las características del catolicismo que me parece singular y universal a la vez. Esta otra la sigue: Sólo la Iglesia Católica puede salvar al hombre ante la destructora y humillante esclavitud de ser hijo de su tiempo. El otro día, Bernard Shaw expresó el nostálgico deseo de que todos los hombres vivieran trescientos años en civilizaciones más felices. Tal frase nos demuestra cómo los santurrones sólo desean —como ellos mismos dicen— reformas prácticas y objetivas.
»Ahora bien: esto se dice con facilidad; pero estoy absolutamente convencido de lo siguiente: si Bernard Shaw hubiera vivido durante los últimos trescientos años, se habría convertido hace ya mucho tiempo al catolicismo. Habría comprendido que el mundo gira siempre en la misma órbita y que poco se puede confiar en su así llamado progreso. Habría visto también cómo la Iglesia fue sacrificada por una superstición bíblica, y la Biblia por una superstición darwinista. Y uno de los primeros en combatir estos hechos hubiera sido él. Sea como fuere, Bernard Shaw deseaba para cada uno una experiencia de trescientos años. Y los católicos, muy al contrario de todos los otros hombres, tienen una experiencia de diecinueve siglos. Una persona que se convierte al catolicismo, llega, pues, a tener de repente dos mil años.
»Esto significa, si lo precisamos todavía más, que una persona, al convertirse, crece y se eleva hacia el pleno humanismo. Juzga las cosas del modo como ellas conmueven a la humanidad, y a todos los países y en todos los tiempos; y no sólo según las últimas noticias de los diarios. Si un hombre moderno dice que su religión es el espiritualismo o el socialismo, ese hombre vive íntegramente en el mundo más moderno posible, es decir, en el mundo de los partidos. El socialismo es la reacción contra el capitalismo, contra la insana acumulación de riquezas en la propia nación. Su política resultaría del todo distinta si se viviera en Esparta o en el Tíbet. El espiritualismo no atraería tampoco tanto la atención si no estuviese en contradicción deslumbrante con el materialismo extendido en todas partes. Tampoco tendría tanto poder si se reconocieran más los valores sobrenaturales. Jamás la superstición ha revolucionado tanto el mundo como ahora. Sólo después que toda una generación declaró dogmáticamente y una vez por todas, la IMPOSIBILIDAD de que haya espíritus, la misma generación se dejó asustar por un pobre, pequeño espíritu. Estas supersticiones son invenciones de su tiempo —podría decirse en su excusa—. Hace ya mucho, sin embargo, que la Iglesia Católica probó no ser ella una invención de su tiempo: es la obra de su Creador, y sigue siendo capaz de vivir lo mismo en su vejez que en su primera juventud: y sus enemigos, en lo más profundo de sus almas, han perdido ya la esperanza de verla morir algún día».
Fuente: Lafecatolica.Com en la siguiente dirección http://www.lafecatolica.com/conversion-del-famoso-escritor-ingles-gilbert-k-chesterton/4295/
Dostoievski, el profeta de la otra vida
El P. Henri de Lubac nos presenta en El drama del humanismo ateo una radiografía del ateísmo, de los humanismos que ha suscitado y el drama que constituye para el espíritu humano, con la intención de llevarnos a una toma de conciencia de la situación espiritual del mundo en que vivimos.
A lo largo de la obra nos presenta las características del ateísmo contemporáneo, particularmente del humanismo positivista (Comte), el humanismo marxista y el humanismo nietzscheano, las tres formas más difundidas e influyentes del humanismo a lo largo de los siglos XIX y XX, pero con repercusiones palpables en nuestro siglo XXI. De Lubac señala que el ateísmo contemporáneo es más bien un antiteísmo, un profundo anticristianismo, cuyo fundamento común es la negación de Dios y cuyo objetivo principal sería la aniquilación de la persona humana. Pues bien, en la tercera parte de esta obra De Lubac nos presenta una figura excepcional: Dostoievski, considerado como un genio inquieto, un psicólogo que arroja luz sobre nuestra naturaleza y sondea intensamente las regiones más profundas del espíritu humano, y un profeta que anuncia el triunfo de Dios en el corazón humano y anticipa nuevas formas de pensamiento y de vida interior. De hecho, esta tercera parte se intitula Dostoievski profeta. Así habla De Lubac de Dostoievski en el prólogo a su obra: “No había muerto aún Marx, ni Nietzsche había escrito el más brillantes de sus libros, cuando otro hombre, genio inquieto también, pero más profeta, anunciaba, con fulgores extraños, la victoria de Dios en el alma humana, su eterna resurrección”. Dostoievski es un novelista, pero descubre que el hombre no puede organizar la tierra sin Dios; cuando lo intenta, no hace más que organizarla contra el hombre, como se ha visto especialmente a lo largo de siglo XX, pero que él anticipó de manera sorprendente.
La comparación con Nietzsche Una comparación parece obligada: la comparación con Nietzsche, a quien Lou Salomé ha descrito no sólo como el profeta de la muerte de Dios, el enemigo de Dios, sino también como el profeta de la humanidad sin prójimo. Ambos son actores privilegiados de este drama que se juega en la conciencia humana: a favor de Dios o contra Dios. De Lubac nos informa que Nietzsche conoce la obra de Dostoievski en 1887 y el impacto tan profundo que representó para él este encuentro por la afinidad y la alegría que experimentó al leerlo por primera vez; sin embargo, el entusiasmo original se fue enfriando con el tiempo y se transformó en repulsión violenta. De Lubac los describe como “hermanos enemigos”. Son hermanos porque Dostoievski ha entrado primero en el universo solitario en el que Nietzsche se introducirá más tarde. Dostoievski presintió la más terrible de las crisis, que Nietzsche se encarga no sólo de anunciar sino de la que es el gran artífice: la “muerte de Dios”. Dostoievski anticipa y prevé el ateísmo y el superhombre nietzscheano. Sin embargo, Dostoievski supera la tentación a la cual sucumbe Nietzsche. Conviene apuntar que Dostoievski se sumerge en la grandeza del universo nietzscheano, lo anticipa, experimenta su vértigo, pero descubre su veneno y no se deja deslumbrar por sus fulgores. Dostoievski y Nietzsche han hecho un análisis despiadado de nuestro tiempo. Han criticado el racionalismo y el humanismo occidental; han denunciado la idea de progreso, tan querida al hombre occidental; han experimentado un malestar muy parecido ante el reino científico y sus sueños idílicos; han menospreciado igualmente la civilización superficial de nuestro tiempo y han puesto descubierto su barniz y han hecho lo posible por hacerlo evidente, previendo su inminente catástrofe. Ambos han experimentado la angustia de Dios pero la han resuelto de forma muy diferente. Nietzsche ha apostado por el ateísmo. Dostoievski ha experimentado la fuerza del ateísmo, especialmente por el problema de la existencia de Dios y el problema del mal, para los cuales considera que no hay respuesta en el plano de la razón, pero ha resistido su vértigo.
Ante el problema del mal, Dostoievski cree firmemente que Cristo no ha venido a explicar el sufrimiento ni a resolver el problema del mal; Jesús ha tomado el mal sobre sus hombros para librarnos de él. Dostoievski ve con claridad que la pregunta del ateo es la siguiente: “¿Qué puede el hombre?, ¿Qué puede un hombre?”. Pues bien, Nietzsche piensa que el hombre hubiera podido ser otra cosa, hubiera podido ser más, pero permanece en esta etapa tan indigna, por eso Nietzsche anuncia al “superhombre”, el hombre convertido en Dios, liberado por completo del espectro divino. Dostoievski, por el contrario, emprende un camino en cuyo final está el Dios hecho hombre, el misterio de la Encarnación. En esta ruta, Dostoievski ha experimentado el abatimiento del sufrimiento universal, la fascinación del mal y el vértigo del ateísmo. Llegó a considerar a este último como el antepenúltimo escalón que lleva a la fe, a la que, sin embargo, no todos llegan. De hecho, llega a expresar que a través del tornillo de la duda es como ha llegado a la fe, a la alabanza del Dios vivo, lo que él llama su “Hossanna”, así, con mayúscula. Por la actitud que toman frente a la figura de Jesús, las diferencias entre ambos son muy marcadas. El Dios que triunfa en el alma de Dostoievski es el Dios de Jesús. El Dios negado por Nietzsche es también el mismo Dios. Ambos se han sentido atraídos fuertemente por la figura de Jesús, pero sus reacciones han sido opuestas: uno, a favor de Cristo; él otro, contra él. De Lubac nos presenta la opinión de André Gide, que descubre en Nietzsche el sentimiento de envidia, queriendo hacerle competencia al Evangelio. De hecho, una de sus obras cumbres, su Así hablaba Zaratustra, es una réplica a los evangelios, incluso una parodia. Hay en Nietzsche una rivalidad con Jesús, queriendo presentarse como una antítesis formal de Jesús. Dostoievski, deportado en Siberia, vuelve a encontrar a Cristo. Lee, relee y medita el Evangelio y se impregna de él, no sólo en la Escritura, sino también en las obras de los Padres de la Iglesia. Dostoievski es alguien que experimenta la fuerza del pecado, que conoce la agonía de la duda, pero en este combate prefiere quedarse con Cristo. Para él, no hay nada más bello, más profundo, más sintomático, más razonable, más valeroso ni más perfecto que Cristo. Así, en un mundo donde el mal se hace cada vez más fuerte,
Dostoievski accede a una cuarta dimensión, el reino del Espíritu, donde es posible ver la luz de Cristo. Dostoievski descubre con mucha lucidez qué pasa si rechazamos a Cristo: “¿Qué pondremos en su lugar? ¿A nosotros mismos?”. Para él es sumamente importante la divinidad de Jesús, consciente de que si lo consideramos sólo como hombre no es el Salvador y la fuente de la vida. La quiebra del ateísmo Dostoievski describe en sus obras, de manera muy plástica, los distintos tipos de ateísmo, desde el ateísmo más vulgar hasta el ateísmo místico, pero De Lubac se centra en tres tipos de ateísmo: a) el ideal espiritual del individuo que se alza por encima de toda ley (el ideal del “hombre-Dios”), b) el ideal social del revolucionario que quiere asegurar, sin Dios, la felicidad de todos los hombres (el ideal de la “torre de Babel”), y c) el ideal racional del filósofo que rechaza todo misterio (el ideal del “palacio de cristal”).
a) El “hombre-Dios”. Es el ideal del hombre superior (contrapuesto al hombre vulgar que no debe hacer nada más que obedecer), llamado a proferir en su medio una palabra nueva, a transgredir la ley, a la destrucción del presente en nombre de algo mejor.
A ellos les está permitido todo, incluso el crimen. Sin embargo, no es un callejón sin salida, hay vías de escape de esta feroz cárcel del ateísmo: el arrepentimiento, el deseo de vivir y el examen de conciencia, que llevan al reconocimiento de la verdad sobre el hombre, reconociendo la propia impotencia, y a renunciar a hacerse Dios. Es sintomático que el ateísmo lleve a algunos al suicidio (Stavroguin y Nietzsche), pues este fatal desenlace indica el espiritual suicidio del ser que ha rechazado al Ser y que ha pretendido soberbiamente ocupar su lugar. Es significativo este párrafo, que resume este tipo de ateísmo: “Como ni Dios ni la inmortalidad existen, está permitido al hombre hacerse ‘hombre-dios y vino al mundo sólo para vivir así. Podrá, en adelante, con corazón ligero, liberarse de las reglas de la moral tradicional, a la que el hombre estaba sometido como un esclavo. Para Dios no existe ley. Dondequiera que Dios se encuentre, allí está su sitio”.
b) La torre de Babel. Con esta imagen, Dostoievski presenta la aventura socialista, que no es sólo la cuestión obrera; más bien, es la cuestión del ateísmo, su encarnación contemporánea. Es la cuestión de la torre de Babel que se construye sin Dios, no para alcanzar los cielos desde la tierra, sino para bajar el cielo a la tierra. Dostoievski anuncia que la aventura socialista puede llegar a convertirse en sistemas de esclavitud y violencia, pues es una sociedad sin Dios, donde los hombres se han quedado solos y huérfanos. Y por si fuera poco, juntamente con Dios los ha dejado la inmortalidad. Son locos enfurecidos, que se creen poseídos de la verdad y creen con fuerza en la infalibilidad de sus juicios. En suma, se trata de un proyecto destinado al fracaso, pues si se construye sin Dios, se tiene que recurrir a Satanás para construirlo, de ahí que sea un sistema que se construya contra el hombre.
c) El palacio de cristal. El ateísmo pretende haber construido un palacio de cristal donde todo es luz, habiendo decidido que fuera de él no hay nada. Se considera a sí mismo como el universo de la razón. Dostoievski pone de manifiesto que estos sistemas (como el kantismo y el positivismo) han olvidado un elemento: el hombre. Este palacio de cristal es, en realidad, una cárcel oscura. No extraña que Dostoievski quiera escapar de esta cárcel, que se caracteriza por las verdades impuestas por la ciencia, por una vida racionalizada hasta el extremo. Uno de sus personajes dice lo siguiente: “¡Qué cosa más bella es la ciencia! (…) Sin embargo, echo de menos a Dios”. Una cosa es cierta: la fe es indestructible en el corazón del hombre. Pueden los ateos alinear argumentos impecables: el verdadero creyente no se confunde, aunque no sepa qué responder… La experiencia de la eternidad El ateísmo falla en sus diversas formas, disgrega el ser y engendra servidumbre, termina en el suicidio colectivo e individual. Sin embargo, pervive el sentimiento religioso, invencible ante toda dialéctica.
Dostoievski trata de abrir el misterio de las cosas divinas, que no existen para el ateo. A los que no ven más que sólo palabras en la afirmación de la fe, Dostoievski les hablará en nombre de la experiencia. A la experiencia de la tierra, opondrá la experiencia de la eternidad. Dirá –como pueda– lo que ha visto desde el punto de la vista de la muerte, es decir, desde el punto de vista de la eternidad, leído a la luz de su fe en Cristo y en la meditación del Evangelio. Así nos comunica la esperanza de liberarnos algún día de estos límites. No olvidemos que Dostoievski es el profeta de la otra vida, el profeta de la eternidad próxima, que cree en la inmortalidad y espera la resurrección. “(…) resucitaremos, nos volveremos a ver, nos volveremos a contar alegremente todo lo sucedido (…)”.
Fuente: Ateleia.Com de la siguiente dirección http://www.aleteia.org/es/arte-y-espectaculos/noticias/dostoievski-el-profeta-de-la-otra-vida-1181001
Admito que me ha venido un nudo a la garganta al escuchar los últimos discursos de Benedicto XVI, especialmente el que dirigió esta mañana en su última audiencia general. No me refiero solo a la emotividad por el hecho de haber podido asistir personalmente a una despedida única, sino al escucharle de nuevo dar las gracias y afirmar que nunca se ha sentido solo.
BXVI ha sido al final un Papa muy querido, pero también –no lo podemos olvidar- muy insultado. Con la clase que le caracteriza, no tuvo ni una palabra de reproche ni tan siquiera de suave recriminación, a pesar de que motivos no le faltaban. También fue víctima de algunas meteduras de pata e insuficiencias por parte de sus colaboradores, a las que tuvo que hacer frente personalmente. No puede ser que se vaya sin que nadie le pida públicamen.
Fuente: Laiglesiaenlaprensa.Com Info en la siguiente dirección http://www.laiglesiaenlaprensa.com/2013/02/por-favor-que-alguien-le-pida-perd%C3%B3n-a-benedicto-xvi-1.html
El evangelista Luis Palau ha respondido a los críticas de un gran sector de cristianos, por saludar la elección del cardenal Jorge Bergoglio como Papa y pedir oración por él.
Luis Palau dio respuesta a la infinidad de comentarios a través de su cuenta de facebook, que a continuación les presentamos:
“Hace poco, hice un video acerca del nombramiento del Papa Francisco. Algunas personas presentaron sus inquietudes en relación con el contenido de ese video. Con toda humildad, es mi deseo asegurar que no haya malentendidos acerca de lo que dije.
Como evangelista, siempre hago el esfuerzo de tender puentes con personas de diferentes tradiciones y trasfondos. Me reúno con líderes cívicos, empresariales y espirituales de diversas opiniones tratándolos con el mayor respeto. Es como conocí al Papa Francisco, en aquel tiempo el Arzobispo de Buenos Aires (Argentina).
Como cristiano evangélico, es evidente que tengo desacuerdos con el Papa Francisco. Sin embargo, a pesar de nuestras diferencias lo considero un amigo y lo respeto como persona, aprecio la alta estima que le tiene a las Escrituras, su amor por Jesucristo y admiro su corazón de servicio.
La Biblia nos dice que hemos de orar por todos los que están en autoridad (1 Timoteo 2:2). Nos exhorta a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (Mateo 19:19). Nos recuerda que Dios tiene la autoridad máxima (Romanos 13:1). Y sobre todo como los elegidos de Dios, santos y amados, debemos vestirnos de tierna compasión, bondad, humildad, gentileza, paciencia y perdón. Y sobre todo, debemos vestirnos de amor, que nos une a todos en perfecta harmonía (Colosenses 3:14).
Una vez más, basado en 1 Timoteo 2 —al llamado del apóstol Pablo, dirigido por el Espíritu Santo— todos somos llamados a orar por los que están en autoridad. Esto es bueno y le agrada a Dios nuestro Salvador”
Fuente: AcontecerCristiano.Net de la siguiente dirección http://www.acontecercristiano.net/2013/03/luis-palau-explica-por-que-pidio-orar.html