Jóvenes Esclavizadas en India
APOYAN A LOS JESUITAS QUE LLEVAN AÑOS TRABAJANDO CON ELLAS
Manos Unidas ayuda a salvar
mujeres obligadas a prostituirse como esclavas de la diosa Yallamma
En siete distritos del estado
indio de Karnataka, las llamadas mujeres devadasi son utilizadas como objetos
sexuales, esclavas de la diosa Yallamma. Manos Unidas trabaja para que estas
mujeres puedan abandonar una vida a la que fueron condenadas en la niñez.
Además de estar condenadas a vivir en los templos, una vez alcanzada la
pubertad se convierten en propiedad pública y pueden ser dedicadas a satisfacer
sexualmente a hombres.
(Manos Unidas/InfoCatólica)
Aunque pueda parecer mentira, en pleno siglo XXI en el estado indio de
Karnataka pervive una tradición ancestral, cuyo origen histórico y raíces son
difíciles de establecer, por la que algunas mujeres, niños y niñas de la casta
más baja, se ofrecen a las diosas Yallamma o Hulgamma, para ayudar al sacerdote
en las ofrendas a las diosas. Las creencias y supersticiones, alimentadas por
la pobreza y la ignorancia, llevan a muchas familias a hacer esta ofrenda a los
templos para librarse de los males que les afectan. Los motivos son tantos como
problemas pueda haber en unas comunidades castigadas por la miseria y sometidas
al capricho de los más poderosos.
Las mujeres se convierten en propiedad pública
Las víctimas peor paradas en esta
tradición son las mujeres y las niñas. Además de estar condenadas a vivir en
los templos, una vez alcanzada la pubertad se convierten en propiedad pública.
En el pueblo o aldea al que pertenezcan, pueden ser dedicadas a satisfacer
sexualmente a un hombre, generalmente el jefe del pueblo, o a tantos hombres
como deseen. Una mujer devadasi nunca puede negarse a los favores sexuales.
Tampoco puede casarse. Las creencias aseguran que, si lo hace, la diosa llevará
la desgracia a sus parientes cercanos. Y cuando muere, se reencarna en un
miembro de su propia familia. Así, el sistema devadasi persiste generaciones.
La ley las apoya pero no lo saben
Por su falta de instrucción y la
carencia de información, estas mujeres desconocen que la ley las apoya para
negarse a una práctica que perpetúa la opresión de las castas. Pero, lo cierto
es, que aunque en el año 1982 el Gobierno de Karnataka abolió esta práctica, no
ofreció programas de rehabilitación y reinserción para las víctimas de esos
abusos cometidos en nombre de la tradición y la costumbre. Y como en un rueda
que gira sin ofrecer salida, estas mujeres y jóvenes, marginadas y apartadas
por un sistema que las ha marcado de por vida, deben buscar su sustento
vendiendo sus cuerpos, porque, a las mujeres devadasi sólo les está permitido
mendigar cuando alcanzan cierta edad y se ven repudiadas, incluso por las
familias que las ofrecieron a los templos. Llaman a las puertas pidiendo
limosna, llevando sobre sus cabezas el ídolo de la diosa a la que fueron
dedicadas.
Muchas de ellas terminan en
burdeles de Mumbai, Bangalore y Chennai, víctimas del tráfico sexual y de
enfermedades como el sida, que presenta unas altas tasas de incidencia en las
ciudades de donde pervive la tradición. Y en la vejez, acaban solas en la
calle, rechazadas por todos.
Proyecto apoyado por Manos Unidas
El proyecto que apoya Manos
Unidas se está desarrollando en la localidad de Sindargi, que dista 60
kilómetros de Bijapur, capital del distrito del mismo nombre. Allí los jesuitas
llevan desde el año 2005 trabajando para que las mujeres devadasi sean
conscientes de que la prostitución no es su único destino, y menos aún el de
sus hijos. Las mujeres reciben asistencia y formación para abandonar de un
«negocio», basado en la preeminencia natural de las castas superiores sobre los
dalits o intocables y que, a pesar de estar prohibido por ley en todo el país,
se mantiene muchas veces apoyado en la connivencia de las autoridades y las
fuerzas del orden.
Los jesuitas piden ayuda
Los jesuitas, socios locales de
Manos Unidas, solicitaron ayuda para poner en marcha proyectos de apoyo a estas
mujeres y a sus hijos.
Incapaces de permanecer ajenos a
una drama de estas características, Manos Unidas ha acudido a la llamada y
colaborará en la puesta en marcha de actividades como la formación de grupos de
autoayuda, cursillos de concienciación sobre salud y discriminación por razón
de sexo y de casta, clases de informática, de inglés y de otras materias con
las que las mujeres devadasi puedan ganar un sustento para ellas y paras sus
hijos, sensibilización acerca de este problema en las comunidades. Además, se
está capacitando al personal, se ha adquirido un sistema de luz y sonido y un
generador para impartir los cursillos en los pueblos y aldeas, y se ha comprado
un jeep que permite el desplazamiento por caminos a veces impracticables.
Las beneficiarias directas del
proyecto son 450 mujeres devadasi y sus hijos, que ya están han empezado a
desarrollar el sentimiento de pertenencia a un grupo, han adquirido autoestima
y ha aumentado nivel de aceptación por parte de sus familias y vecinos. Los
niños y niñas más pequeños acuden ahora a la escuela y las jóvenes, que han
recibido formación profesional, se muestran más esperanzadas ante un futuro al
que se enfrentan con confianza.
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