Yo condeno el atentado, pero no soy Charlie Hebdo
UNA COSA ES CONDENAR EL ATENTADO A UN
SEMANARIO SEA DEL TIPO QUE SEA...
... Y OTRA ES IDENTIFICARSE (“YO SOY”) CON EL
SEMANARIO
La manifestación de París, por la
libertad y los valores de convivencia occidental como la tolerancia y contra el
terrorismo ha sido un exitazo, como lo fueron todas las manifestaciones que se
celebraron el domingo en toda Francia. Por fin occidente parece que ha tomado
nota del terrorismo, y ahora hay que pasar de los gestos y de las palabras, de
las manifestaciones y las pancartas a
los hechos. Hay dos cumbres sobre el terrorismo, una en París y otra en
Washington en enero y febrero, con el fin de unificar esfuerzos contra el
terrorismo.
Sin embargo, el éxito de París,
que celebro mucho, no significa que “yo soy Charlie Hebdo”, pues yo no soy
Charlie. Puede ser provocativo, y no lo es. Desde esta columna condenamos el
vil asesinato múltiple de la bandas de Al Qaeda y el Estado Islámico en Francia
la semana pasada. Es una afirmación inquebrantable a favor de la libertad y de
la tolerancia, y por eso también de la libertad de expresión.
Pero no soy Charlie Hebdo, y
tengo la libertad y la obligación de decirlo, porque no me puedo identificar
con un semanario que está en las antípodas de mis ideas, que hace mofa y burla
de todas las religiones. Defiendo su existencia pero no me coloquen eslóganes o
cartelitos confusos como “Yo soy Charlie Hebdo” porque no me identifico con el
semanario. Ha sido un eslogan acuñado por la izquierda francesa para condenar
el atentado del día 7 en París. En París esta semana, como ha dicho el presidente
de Francia, François Hollande, hubo tres atentados terroristas, uno también en
un supermercado judío y no por eso tengo que identificarme con ese
supermercado. Una cosa es condenar el atentado a un semanario sea del tipo que
sea, y otra es identificarse (“yo soy”) con el semanario.
Hacer seguidismo de eslóganes
siempre me ha chirriado, porque antes de adoptar para mí un eslogan me gusta
pensarlo antes para ver si va con mi
modo de pensar. Los eslóganes son siempre reductivos y necesariamente no
pueden expresar exactamente un pensamiento. Sin embargo, el eslogan francés
contra el terrorismo de Al Qaeda y del Estado Islámico se ha llegado a
identificar con un semanario cuyo contenido es una sátira y una mofa de las
religiones. Rechazo la hipocresía de quienes hoy dicen una cosa y mañana hacen
lo contrario en su país, en su universidad, en su tierra, en su municipio o en
su colegio donde la tolerancia está en los mínimos.
En Estados Unidos, por ejemplo,
no se toleraría este semanario, como no se toleró que un profesor universitario
explicara la doctrina de la Iglesia católica sobre la homosexualidad y se le
despidió, o como en Catalunya o en el País Vasco no se permitiría un semanario
que hiciera sátira y befa del catalán o de las instituciones vascas, de sus
símbolos y su acerbo. En Italia no sería posible publicar “Charlie Hebdo”
porque va contra la Constitución que exige el respeto para todas las
religiones. Y un largo etcétera.
Los franceses y el mundo en
general han condenado sin paliativos, en su manifestación de París, los
atentados terroristas de quienesutilizan el Islam para acometer actos violentos
o para matar en nombre de Alá. No he visto ningún musulmán que enarbolara el
cartelio “Je suis Charlie Hebdo” y la delegación oficial de Marruecos hasta se
retiró de la manifestación de París porque había pancartas burlescas sobre
Mahoma. ¿Es exportable este terrorismo? ¡Ya lo creo! Baste ver lo que pasó el
11-M de Madrid con más de 200 muertos, aunque desgraciadamente fue un atentado
muy politizado.
El terrorismo de origen islámico
¿puede combatirse con el solo uso de las fuerzas de seguridad o del ejército
como en Francia? Rotundamente no.
Y hago otra pregunta ¿qué dijeron
los imanes en sus prédicas en las numerosas mezquitas del mundo el viernes de
oración siguiente a los atentados? Según mis informaciones, no todos entonaron
la condena de estos atentados como lo hicieron las voces oficiales de
importantes organizaciones islámicas, aunque no todas. Tampoco todos los
estados islámicos condenaron los atentados de París, aunque Hezbollah, catalogada como organización
terrorista, e Irán afirmaron que la violencia no está en la religión islámica.
Este terrorismo hay que combatirlo también con armas políticas.
El Gobierno de España, que quiere
ser un poco portavoz de los países árabes dentro del nuevo Consejo de Seguridad
de la ONU,debería preocuparse que “todos” los estados árabes condenaran –y no
solo de palabra, sino con hechos—el terrorismo de Al Qaeda y el Estado
Islámico. O conseguir que algunos clubes como el F.C. Barcelona dejaran de
hacer publicidad de un Estado como Qatar, financiador del Estado Islámico, o
que los gobiernos del mundo cuidaran que
sus relaciones con Qatar no fomentaran el terrorismo.
Podríamos seguir desgranando uno
a uno ciertos apoyos, directos e indirectos que se dan a quienes financian el
terrorismo. Por esta vez solo apuntamos que la lucha contra el terrorismo de
origen islamista no se derrota solo con medidas policiales, sino también con
medidas políticas que lógicamente afectan el bolsillo de estados y
organizaciones internacionales. Es el momento de limpiar de hipocresías las
políticas internacionales de muchos estados.
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